Gracias, Padre, por haber estado ahí siempre. Siento haberte negado, hace tanto.
Por Ti, mi antigua mortaja de terciopelo se convirtió en lecho de hierba verde profunda e infinita.
Te celebro, Padre, en todas las lenguas del mundo.
Te celebro, te invoco, te honro, doy a Dios gracias.
Te celebro Dios Glóbulo, Big-Bang, Bing-Bang, Ding-Dong, Om mani padme hum, El Que Siempre Estuvo Ahí, ya sin vergüenza y sin mortaja.
Y a los cuatro vientos declaro que hoy he podido llorar por Ti de pura felicidad, recordando que llevaba millones de años sin hacerlo.
5 comentarios:
Namasté!
saludo al Dios que hay en ti.
Mariano
Tras la hablado en phanstastika este entrada me parece más valiosa si cabe. Es bella y verdadera.
Dios es todo que importa porque es todo que somos... Tan sencillo como eso.
Un abrazo.
Ahó!
AHÓ!
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