Quizá todo haya comenzado hace ya casi trece años, allá por el '96, una madrugada silenciosa de febrero, con un jardín algo desmañado al otro lado de la ventana y en el que fuera un cuarto de dos. Ni siquiera sé si había estrellas. Hoy sí que las hay, también son las cuatro, y sólo puedo sentir gratitud.
Photo/post: Wolfang Amadeus Mozart, Concierto para flauta, arpa y orquesta- Andantino.
5 comentarios:
hola
¿Quién era, por cierto, aquel señor francés a-benjaminado de la tu anécdota complutenseril que manejaba una guitarra? ¿el "flamencólogo" este del Didi-Huberman?
Pues no sé a quién te refieres, hijo.
A mi me intriga otra cosa, y es... por qué era un cuarto para dos, por ejemplo, dónde, por qué... y sobre todo QUÉ, que es lo que + me intriga.
Un saludo (y quítame la espinilla, anda...)
Mariano
Mariano, entiendo que podrá sonar críptico el post, pero te explicaré el QUÉ rápidamente para que puedas entender lo demás: digamos que el periplo existencial que llevo desde hace años, empezó esa noche.
Y el cuarto de dos lo compartía con mi gato Goethe :P
Un abrazo.
¿O era Gunther?
Pss... ahora que lo pienso...
no estoy segura...
Publicar un comentario