2.8.08

Sobre el amor

(Últimamente me resulta mucho más fácil sentir que escribir).
Me engañé a mí misma, creyendo que alguien se había llevado algo que era mío; pero nunca lo hizo. Hoy por la mañana, al despertar, descubrí que esos sentimientos siempre fueron míos, y que mi capacidad de generarlos sigue intacta. Ya no duele tanto saber que, en su momento, alguien no les prestara atención: ¿por qué iba a hacerlo, si esos sentimientos eran míos? Resulta difícil de entender, pero su comprensión es no obstante liberadora.
Yo me negaba a volver a amar por miedo a los daños colaterales, y aunque eso siga siendo posible, me siento bendecida por conservar el valor de seguir amando. El que espera recibir a cambio en la misma medida, ama muy poco, y el precio de amar muy poco sabemos bien cuál es: el cálculo, la suspicacia y la soledad.
Amar sin cálculo no es asunto de pordioseros emocionales, sino de valientes. No creo que sea cuestión de santos: las personas más libres que existen son aquellas que aman naturalmente, sin que en al acto de amar medie lo que llamamos voluntad, ya que cuando ésta interviene estamos haciendo un esfuerzo, y siempre que se hace un esfuerzo no hay alegría en el acto de amar, sino un ansia de retorno.
Amar con aviso de retorno.
Amar con evidencia de futuro (¿cómo puede haber evidencia de algo que todavía no existe?)
Amar en su justa medida.
Amar dando siempre un poco menos.
Amar con el tiempo.
Amor correspondido.
¿Por qué no, amar por amar? Y sobre todo: amar por amar sabiendo que por ser mía esa capacidad -y no el destinatario, cosa que suele confundirse bastante y es lo que, creo, conduce al sufrimiento- me pertenece, me engrandece, y me hace libre para seguir amando porque sí, porque me apetece, porque quiero, porque me gusta, y sobre todo, porque me hace profundamente feliz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Fata, escribes muy bien. Estoy totalmente de acuerdo contigo con lo que dices acerca del amor. Hay que tener coraje para amar realmente, es lanzarse al ruedo, es un puro ser fiel a nuestros sentimientos y a nosotros mismos. Si me corresponden o no, a la final, no es asunto mío, es problema del otro. Quisiera ser correspondido, es natural, pero no puedo cargar al otro con una responsabilidad que no le toca. El amar es responsabilidad y asunto del que ama y lo hago como dices, porque me provoca, porque quiero.

Sigue escribiéndo que lo haces bien.

Fata Morgana dijo...

Gracias, mss, por pasarte por mi nuevo sitio, me pasaré por el tuyo a menudo. Un abrazo.