6.10.09

Asuntos del cerebro


Acabo de ver un programa en Documentos TV, de la 2, que me ha dejado entre indignada y atemorizada. Parece ser que últimamente, en USA, crecen “de forma exponencial” los casos de transtorno bipolar en niños. El programa giraba en torno al uso correcto o incorrecto de medicamentos psiquiátricos para combatir el supuesto brote de TAB. En esta ocasión entrevistaban a los padres y también a algunos de los niños.
Cualquiera que sepa, mínimamente, lo que es un transtorno bipolar y haya visto el programa, llegará a la conclusión de que esos niños más que padecer un TAB dán la impresión de estar profundamente enfermos, pero no de TAB.
Basta con ver a una niña de unos doce años en el consultorio de su psiquiatra llorando porque su padre se iba a Irak. Mientras la niña lagrimea, el profesional aconseja a su madre subir un pelín la dosis del ansiolítico que la chavala viene tomando desde los cuatro años, a fin de que su compartamiento se haga adaptable a eso de tener que ir al colegio. Cosas de la adaptabilidad al orden social.
Aunque el programa cuestiona la ética médica de recetar o no a los niños todo tipo de psicofármacos que no han sido debidamente probados en laboratorios, en ningún momento define las características del transtorno bipolar, no se ve a ningún niño que muestre tales características de forma comprobable, y ninguno de los profesionales entrevistados plantea otra alternativa que no sea la medicación. Se habla de transtorno bipolar, pero se omite que la denominación completa del transtorno sea transtorno afectivo bipolar. A nadie le da por hablar de afectividad, ni se hace mención a las posibles causas en relación con el núcleo familiar y su inserción en un determinado marco social.
En el programa, los padres aparecen como meros robots acatando ciegamente tanto el diagnóstico como la receta del nuevo doctor Benway, y comentando en consulta los pobres resultados de la medicación. Padres gordos como pavos del día de Acción de Gracias con sus chavales igualmente fofos, o llenos de acné, niños rubios de mejillas sonrosadas dando saltos de sillón en sillón -como cualquier niño- y hablando de cómo matarán al compañerito de clase…
Las fantasías de una niñita de cinco años, encantadora, acerca de cortarle la cabeza a no sé quienes. Y sus padres, ovillados en un rincón sin atreverse a abrir la boca, no sea que la niña vaya a degollarles.
Padres que no saben qué hacer con sus niños, rebosantes de grasa apisonada contra el hipotálamo, asustados porque el niño “no encaja” y no puede estarse quieto. Niños que ya no se duermen sin un sedante. Que de día funcionan como antenas receptoras de un sistema reventado y moribundo. Niños intentando ser convertidos en animales adiestrados por cuatro matasanos con licencia -que para colmo se dán el lujo de cobrar una pasta, en un sistema donde sabemos bien que la salud no es ni será pública jamás-, bajo consentimiento de unos padres mal alimentados, manipulables y robotizados que al no saber qué hacer con sus propias vidas, anestesian las de sus hijos.
No se habla de las causas: sólo se intenta tapar los síntomas. Tapan un agujero y se abre otro al que darán en llamar “daños colaterales”.
De ahí que se cuestione el uso de psicotrópicos en niños, y de ahí que nuevos preclaros salgan en la tele con nuevas teorías -uno (de origen oriental, el tipo justo del que si le preguntas de dónde es te dirá que de Connecticut)- proponía empezar a medicar al niño antes de que se desarrolle el TAB. Es decir, que al menor síntoma: chute. Otro, proponía algo mejor: repetir el experimento que se hizo con los niños enfermos de cáncer, por el doctor Benway de Pensilvania. ¿En qué consiste?, le preguntan. Pues básicamente en que los agrupas a todos por tipo, y empiezas a experimentar para ver resultados.
Parece ser que su propuesta ha tenido amplia repercusión en el ambiente médico.
El caso más grave y cuestionable que se presentaba, era el de un muchacho de dieciseis años, que lleva más de diez usando ocho clases de medicamentos: ansiolíticos, pastillas para dormir, antidepresivos, estabilizadores del ánimo… todo eso, al parecer, para un chaval de grandes orejas que a los cuatro no respondía a la orden de ven a comer que la comida se enfría.
Había que ver al chaval con esos años: delgadillo y ojeroso, con los padres gordos de siempre. Doce años después: el mismo chaval, mucho más feo, mucho más fofo y mucho más infeliz. Tiene la expresión agotada de un hombre de cincuenta años, y comenta con cierta ilusión que el programa de medicina alternativa (yoga, creo) recetado por su médico de cabecera, le dá muy buenos resultados con el tic crónico que le provoca el coctel de medicamentos. Una se lo imagina seis horas diarias “tictineando” delante de la tele o jugando al Guitar Hero.
Sin embargo, parece ser que la gran pionera en el tratamiento del transtorno bipolar en niños americanos es una entidad llamada Asuntos del cerebro. En el documental se ve una doctora con cara de no haber roto un plato, explicando a un niño y a sus padres el funcionamiento de su cerebro, y las zonas afectadas que darían lugar al TAB.
Suerte que la psiquiatría haya evolucionado unos cuántos minutos desde la lobotomía y el electroshock: ahora por lo menos le explican a esta gente cómo se lo harán, y siendo que el tratamiento es indoloro y garantiza una muralla infranqueable entre las emociones y el mundo, tanto el niño como el padre se sienten aliviados. Aliviados de haber encontrado un remedio para su "enfermedad". Aliviados de aceptar por decreto que en la tierra de los tuertos, el ciego es rey.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Leyendo tu entrada recordé un pasaje de Rayuela. Esta claro que Julio se la veia venir... aca va un fragmento del cap.71:
"...Y no que el mundo haya de convertirse en una pesadilla orwelliana o huxleyana;
será mucho peor, será un mundo delicioso, a la medida de sus habitantes, sin
ningún mosquito, sin ningún analfabeto, con gallinas de enorme tamaño y
probablemente dieciocho patas, exquisitas todas ellas, con cuartos de baño
telecomandados, agua de distintos colores según el día de la semana, una
delicada atención del servicio nacional de higiene,
con televisión en cada cuarto, por ejemplo grandes paisajes tropicales para los
habitantes del Reijavik, vistas de igloos para los de La Habana, compensaciones
sutiles que conformarán todas las rebeldías, etcétera.
Es decir un mundo satisfactorio para gentes razonables. ¿Y quedará en él
alguien, uno solo, que no sea razonable?"
En fin... la esperanza no se pierde…
Saludos, Roxana... Siempre te leo. Jorge.

tula dijo...

...los brujos actúan o eligen creer dentro del orden social...sino: solo queda la locura...o te ajustas o te ajustan.

Fata Morgana dijo...

Jorge, te invito a visitar la página de Astrodivinorum (está en mi lista de enlazados geniales, jajaja) y mírate algo de McKenna. Él te hablará sobre la "razonable" sociedad yanqui, y su proyección al resto del mundo.
Tula, ¿de verdad crees que los brujos eligen creer dentro del orden social? Yo pensé que ellos transmutaban la realidad.
Besos a los dos.

tula dijo...

no!, eligen sus creencias y si están dentro del orden social creen sin creer.
deberías saberlo, eres bruja (no peyorativo), chaman, vidente.....
bs

Fata Morgana dijo...

No, Tula, te equivocas: ni soy bruja, ni chamán, ni vidente... y tampoco es que haga falta, la verdad. No olvides que las quemaron a todas en el XVI :D
Igual, sirva de anécdota, que hace tiempo me indicaron un lugar de la Sierra dónde crecen plantas de... no me acuerdo (creo que era beleño, pero no estoy segura); y recuerdo que una amiga y yo nos llevamos unas hojas a casa, pero nos dio yuyu cocinarlas, ya ves lo bruja que soy :D
Lo de Fata Morgana no pasa de ser un chiste. Lo que sí es que conozco gente que hace brujería estupendamente, pero sin plantas. La sugestión sigue siendo el recurso más a mano de charlatanes y sanadores, ya sabes, depende de cómo se use. Lo más irónico es que los psiquiatras son grandes sugestionadores con licencia, sólo que a nadie se le ocurriría llamarles "brujos", y lo son, y muchos de ellos de la peor calaña.

Lo que no entiendo es tu razonamiento: ¿cómo es que los chamanes creen sin creer?
¿En qué quedamos?¿creen o no creen?
Es que me confundes, chico.

tula dijo...

el chamán cree sin creer porque elige lo que cree, ya va siendo hora de elegir las creencias, no que éstas te elijan a ti.xd
hazte un listado de tus creencias y ve realmente cuales son tuyas y las que te han elegido....y luego créete las que quieras....es tu elección.
el chamanismo es muuuy abstracto.

Joan dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fata Morgana dijo...

Y si cree es porque sabe, justamente. Su "creer" se basa en la experiencia, y eso de abstracto no tiene nada: es bien concreto. El hecho de que el chamán trabaje en otros niveles de realidad (dimensiones, mundos, etc), más "ligeros" que éste, no significa que su experiencia sea menos concreta.
Pero éstas no son más que palabras, y sucede que siempre que entran las palabras -al menos en casos como estos- todo se reduce a grados de interpretación. :)