8.1.09

Ceremonia huichol

La ceremonia más extraordinaria con Don José tuvo lugar en Esalen a finales de los '70, durante una catastrófica sequía que duró varios años en California. Durante todo ese período la falta de agua fue dramática. La agricultura californiana estaba seriamente amenazada e incluso en las casas de lujo no se podía tirar de la cadena del cuarto de baño o lavar los platos. Todo el mundo tomó la cosa a broma, excepto Don José, que tras una breve pausa aceptó hacer una cremonia para la luvia.
Al no entender su canto en el idioma de los huicholes, la ceremonia nos pareció similar a otras presenciadas en le pasado. Tambores, músicas y cantos durante toda la noche, a excepción de algunas pausas. En el transcurso de la ceremonia, Prem Das (un amigo del narrador) guió al grupo en la danza huichol del ciervo, duante la cual había que moverse en forma "estilizada", combinando pasos hacia adelante con rotaciones del cuerpo hacia atrás. Al amanecer, Don José cogió de su bolsa de remedios una gruesa concha de "oreja de mar" y una cola de conejo y nos invitó a ir con él al oceáno para recibir la limpieza, o purificación, y hacer ofrendas de agradecimiento al océano por la ceremonia.
Fuimos hacia las rocas cubiertas de cipreses de la estupenda costa de Big Sur, todavía bajo el "resplandor" de la ceremonia: la vista del Océano Pacífico besado por la luz del alba cortaba la respiración. Mientra el grupo al completo permanecía inmóvil observando el magnífico panorama, alguien advirtió que había empezado a lloviznar. "Increible... imposible... fantástico...", fueron los comentarios sobre lo que, en medio de una terrible sequía, parecía ser un milagro. Pero Don José permaneció tranquilo. "Es kipuri, la bendición de los dioses", dijo. "Ocurre siempre, significa que hemos hecho una buena ceremonia".
Mientras bajábamos por los escalones de piedra hasta el oceáno, la llovizna se transformó en chaparrón. Don José llegó a la orilla, se paró sobre una roca plana, cuatro metros sobre el nivel del agua, depositó la ofrenda y empezó a cantar. Ese día el océano estaba en calma, pero, tras algunos minutos de oración y bajo nuestra mirada incrédula, se formó en la superficie una ola gigantesca que se dirigía rápidamente hacia la roca de Don José. La masa de agua alcanzó la roca con una fuerza tremenda, pero en su extremidad formó una cresta en forma de espiral que se llevó delicadamente las ofrendas, sin nisiquiera rociar los pies de Don José. En la mente de todos nosotros no hubo ninguna duda de que el extraordinario mara'okame se había dirigido al acéano como a un ser viviente y que éste le había respondido recibiendo las ofrendas.

(...)

Los que pertenecen a las culturas indígenas pueden no estar tecnológicamente adelantados, pero no son estúpidos: resulta impensable que seguirían venerando a los chamanes si estos hicieran una ceremina tras otra sin mostrar ningún resultado.

Stan Grof- Cuando ocurre lo imposible.


Photo/post de más abajo: José Benítez Sánchez, arte huichol. El dios ciervo.

2 comentarios:

tula dijo...

El conocimiento silencioso es el que guia al ser humano, no la razón.........pues así nos va con ella.

Angie dijo...

woaoooooo me he quedado impresionada de encontrar este maravilloso blog! gracias por compartir conciencia, amor y paz interior para compartir a este mundo tan lleno de violencia del hombre pero a la vez tan maravilloso. Bendiciones sigamos siendo personas de luz y conciencia :)