28.2.10

Pandemia

En esta sociedad hay serios problemas de comunicación, se dice.

Considero que la franqueza es siempre más piadosa que la indiferencia. La indiferencia, en cambio, es peor que el odio, el rencor o el resentimiento, es inclusive peor que la soledad o la muerte. Es la nada, porque la indiferencia, para poder ser, tiene que deshacerse antes de la conciencia.
¿Duro?
Y cuidado, que es además contagiosa. Como se trata de una enfermedad perfectamente integrada, y hasta subvencionada por los gobiernos, la pandemia no da muestras de remitir. Al contrario: crece. No hay vacunas contra esta enfermedad, excepto el amor. Y la bondad. Valores que la llamada posmodernidad se ha ocupado de confinar a los sótanos de la inconsciencia.
Alternativa 1:
¿alguien me dice cómo hago para adquirir la enfermedad, tendría que hacer cola en algún ministerio?
Alternativa 2:
si por razones que no vienen a cuento no pudiera contraerla de ninguna manera, ¿alguien me dice cuál sería la alternativa 3?
Hoy mismo estoy en stand by. No actúo: contemplo.
Contemplo la doble dimensión de la terrible belleza de la vida, lo cual me hace inmune a la indiferencia, en cualquiera de sus formas. Y aunque en cierta manera esto sea un privilegio, como ya habreis notado no es algo que me haga especialmente feliz.
Llegado el momento, haré sonar mi trompeta
(o una flauta).

4 comentarios:

Mercedes Thepinkant dijo...

¿Por qué quieres adquirir la enfermedad?
Tu ya no puedes optar a las alternativas 1 ni 2. Ya te vacunaste. La alternativa 3 es unirte al "enemigo".
Cuando se adquiere la conciencia no hay vuelta atrás.
Los momentos de stand by sirven para tomar fuerzas, aprovéchalo aunque no te haga feliz. En realidad ¿qué es lo que puede hacernos realmente felices?

Un abrazo, nos seguimos siguiendo.

tula dijo...

...si, o víctima o verdugo,... pero la 3ª es que se puede salir del carril, vivir en Babel y compartir tu propio lenguaje de conciencia con los de tu condición.
bscos.

FernanDoylet dijo...

Los mercaderes enemigos de la humanidad ya han descubierto que (como con cualquier otro producto) al diversificar las opciones nos ponen a escoger; asi nos limitan y reducen los niveles de protesta por cada nueva maldad, llevandolas mas rapidamente al olvido.

Para muestra un boton: 9-11.

Fata Morgana dijo...

A todos os digo que éste es el mejor medio para ejercer la desidia. Hemos encontrado la forma ideal de rubricar la virtualidad en nuestras vidas a través de la pantalla de un ordenador. Yo también he llegado a ese extremo, y sé que lamentablemente, las palabras sólo dicen la verdad a medias, son muy cómodas, y los silencios más.

Las relaciones humanas, sean de la índole que sean, empiezan a parecerse cada vez más a la red. Nos refugiamos en el discurso pero en la vida real no sabemos cómo tenderle la mano al ahogado, nisiquiera lo reconocemos, o nos lo pensamos cinco veces antes de hacerlo. Total, si se ahoga, siempre nos quedará un nuevo discurso para justificarlo. A veces, incluso, el discurso es espiritual.

Y hay algo más, que me saco de la chistera ahora mismo: el conejo del respeto. La falta de sinceridad en los discursos, el as en la manga "por si las moscas", la aparente comodidas de los medios virtuales como metáfora de los medios reales, en los que nos hemos vuelto unos discapacitados emocionales.

Por comodidad, insisto.

Un saludo (sin pasión).