7.2.10

Conciencia I



Lo que viene a continuación es de cosecha propia, y me gustaría que se tomara como una impresión, desde luego subjetiva, de mi periplo personal en lo que atañe a plantas maestras y demás “verduras”.
Sucede que desde hace un tiempo –dos años, quizá más- vengo asistiendo a un auto-renacimiento bastante curioso, diría que inquietante, que por obra de la contingencia y con el auxilio de una saludable desesperación, me han llevado a experiencias vitales que podrían describirse como radicales.
Durante mi itinerario de viaje –un largo viaje lleno de sombras e iluminaciones prácticamente sin testigos-, he dejado que muchos me definieran desde su propia perspectiva vital, que me amaran o me incomprendieran, que me incordiaran o me ensalzaran, e inclusive, a veces, que intentaran banalizar mis experiencias por puro desconocimiento. Más o menos como nos pasa a todos.
Sin embargo, como estoy flamante en lo que a búsqueda y captura del ego se refiere, el asunto de la banalización de la experiencia visionaria me supera. Me refiero a su banalización social. Creo que empieza a ser hora no sólo de difundir la utilidad de los enteógenos como poderosa medicina holística, sino de intentar su integración en el marco de lo que percibo como una contracultura floreciente. Contracultura, sí. Una contracultura en la que incluyo a todas las prácticas y tendencias que, como los enteógenos, pretenden hallar nuevas vías y nuevos catalizadores para el desarrollo de la conciencia.
Habría, antes, que aclarar qué es lo que entiendo por conciencia, porque lo que entendía hasta hace un tiempo y durante toda esa debacle de marchas y contramarchas se parecía bien poco a lo que entiendo hoy. Hablar de conciencia en términos partidistas me resulta tan gratuito como inútil; funcionará en un contexto político, pero no es ése al que me quiero referir. Sin embargo, parece normal que a veces, cuando hablamos de conciencia, haya quienes se apunten al discurso ideológico y/o religioso como si fuera el único posible. Pues no. Quisiera dejar claro, además, que mi postura no es temporal, ni forma parte de un proceso, ni se debe al efecto de unos “plantas mágicas”, hongos psicoactivos o tripis religiosos de dudoso origen y más que dudoso destino, sino de una postura definitiva y una elección de vida que empezó mucho antes de las plantas. De no ser así, estoy convencida de que nunca hubieran llegado hasta mí, o hubieran pasado sin pena ni gloria como otra experiencia más. Las plantas no te dan nada que ya no tengas.
Ciertamente, tomar plantas maestras es una cosa bien rara. Me lo han dicho a bocajarro, y siempre he admitido que tienen razón. Al fin y al cabo, tomar awayaska no es como tomarse una coca-cola. Y no porque la coca-cola sea menos una droga que la ayawaska, sino porque los enteógenos requieren de un contexto ritualizado. Si bien es verdad que, de alguna manera, todos los son, admitamos que en el caso del enteógeno los fines están claramente acotados, y se plantea –o al menos, yo me la planteo- una ética de la conciencia. Básicamente, y para empezar, se trataría de admitir la perogrullada de que todos somos artífices de nuestro propio destino. Hasta aquí todo bien. ¿Quién lo pone en duda? Nadie es más responsable de su vida que el propio indivíduo, eso justificaría a pleno la renuncia a implicarnos en asuntos que pertenecen al ámbito privado, reforzando la ética del individualismo. Sencillo, ¿verdad? Sin embargo, el axioma es tendencioso y, como todo lo que pertenece al dominio del lenguaje, manipulable a nuestro antojo. Si todos somos artífices de nuestro propio destino, y componemos una sociedad de miles de millones, puede concluirse que todos-estamos-conectados.
No obstante, vivimos en reductos separados unos de otros desde lo que habitualmente llamamos conciencia, esa parcela de espacio donde la otredad se distingue claramente de la individualidad, donde creemos que está bien clara la frontera entre sobriedad y ebriedad, y donde esa misma conciencia, creadora de un sistema igualmente consciente y supuestamente protector, funcionará como dique regulador frente a la amenaza de lo irracional.
Pero, ¿qué pasaría si ese dique se rompiera? Y lo que es todavía más amenazador: ¿qué pasaría si, pudiendo acceder al terreno de lo que llamamos “irracional” –lo inconsciente- consiguiéramos romper con ciertas estructuras basadas en creencias, descubriendo al cabo del viaje, y ya sobrios, que pueden ser tanto o más ficticias que las propias visiones?¿Que pasaría si durante esas visiones nuestra mente se ampliara, se vaciara, inflándose hasta alcanzar las dimensiones de una catedral, siendo capaz de observarse a si misma, no ya en la instancia de la simple alucinación psiquedélica, sino con actitud crítica e integradora de todo lo que hay en y fuera de ella? Dice el maestro zen Seung Sahn: Cuando estás pensando, tu mente, mi mente, y las mentes de todas las personas son distintas. Si cortas todo pensamiento, tu mente, mi mente y las mentes de todas las personas son lo mismo. La mente que corta todo pensamiento es la verdadera mente vacía.
Siempre que alguien me pregunta sobre la ayawaska con expresión grave, intento leer en el fondo de sus ojos y me pregunto si esa persona será de las que temen perder el control. Porque si lo es, tarde o temprano la ayawaska hará que lo pierda, inevitablemente. El miedo a perder el control es el monstruo, perder el control en si nunca resulta ser lo que imaginas. Y eso es, entre otras cosas, lo que para mí tiene de fascinante el viaje psiquedélico. Que nunca resulta ser lo que uno espera, no puede predecirse, no tienes control sobre él. No hay un solo lugar sobre la tierra que sea más fascinante que lo que hay dentro de la mente. Verla por dentro, comprender cómo funciona, rendirnos humilde y voluntariamente al reto que supone descorrer el velo que nos separa del inconsciente, puede parecerse, metafóricamente hablando, al acto de saltar al vacío. Pero, ¿qué persona en su sano juicio querría arriesgarse a saltar al vacío? Lo diré más claramente: ¿quién, creyendo a pie juntillas en la realidad científicamente probada, querría someterse a la posibilidad de experimentar otras realidades capaces de quitarle poder a eso que parece estar fuera de toda discusión?
Más allá de nuestra particular postura frente a la visiones, lo que está fuera de discusión es que el viaje psiquedélico suele traer como corolario una pérdida de tensión ante la realidad consensuada, una reducción de la angustia. Cualquier práctica capaz de modificar la conciencia deja esa sensación de alivio, donde el afuera conocido pierde poder frente a la certeza de que, siendo la realidad un constructo mental, el retorno a la sobriedad nos devuelve lúcidos –que no es lo mismo que estar sobrios- y con una nueva percepción frente ese mismo constructo. Habiendo testimoniado las múltiples caras del poliedro, las creencias se cuestionan o se derrumban, y nuestra imagen del mundo, su paradigma, se amplía. Se somete, como menos, a escrutinio, esa cosmovisión del mundo al que hemos dado poder más allá de toda posible responsabilidad –el afuera siempre es culpa del otro, ¿os habeis dado cuenta?- y el foco cambia de ángulo, volviéndose justamente hacia el único generador tanto de la grandeza como de la gran tragedia humana: nosotros.
De ahí la paradoja, y de ahí que haya tanta gente empeñada en demonizar o banalizar a las substancias visionarias. Y las prácticas para el desarrollo de la conciencia, que no se trata de una marca a la moda, sino de algo bien serio. Se trataría, más bien, de una contra-cultura al margen de las guerras intestinas dentro de ese constructo ya harto conocido, de una postura verdaderamente radical que rompe, en voluntad conciente, con el discurso deliberadamente consensuado de víctimas y victimarios. Se trataría, en última instancia, de una contra-cultura que se yergue sobre las ruinas y los humores ya rancios de una guerra que nunca ha existido más allá de nosotros.
Sin embargo, ¿qué sería de nosotros sin esa guerra?

19 comentarios:

tula dijo...

Que bien lo explicas...
..este tema en mi opinión es para platicar con el que ya cruzó el umbral, para el iniciado...como en todos los campos.

Hablar de lo experimentado en propia carne es lo pragmático, lo otro es hablar por hablar....
y el miedo del orden social a las experiencias fuera de la realidad cotidiana es una creencia impuesta, en la cual la única realidad posible es la suya,
así la manipulación va de la mano de la mentira por omisión....
pues no pasa nada, en un viaje de ida y vuelta.

Diría: cuestionemos todo, experimentemos todo...es un derecho.
Así hasta el final¿?.
un beso.

Fata Morgana dijo...

Sí, así hasta el final, Tula.
:+

tula dijo...

...ya decía yo que se me movía mucho el carro...jej.

Fata Morgana dijo...

jjajajajaaj
eso es porque conduces tú ;)

Aunque, claro, sabemos que eso es sólo siempre en la medida de lo posible.

jcaguirre dijo...

Un texto muy lúcido Morgana. Y si, es un enigma -o acaso no tanto- la ceguera que manifiesta la sociedad actual hacia las sustancias visionarias y sus potencialidades. Todo un filón de posibles usos en beneficio del hombre entregados al lodazal y al desprestigio sin pestañear... Aunque, ¿la sociedad está preparada para algo con potencial desprogramador?...

Si algo exige el uso de estas sustancias es ser capaz de re-elaborar a otro nivel, de renombrar de otra manera. ¿somos capaces?

Sobre lo que dices de la "pérdida de control" recuerdo a un psicoanalista freudiano con el que comentaba qué pasaba al tomar visionarios. Me preguntaba qué cómo es que las personas no se pegaban unas con otras... Según él si emerge el inconsciente y el descontrol la gente empezaría a pegarse consumida por sus miedos.

Así razonaba este psicoanalista muy freudianamente...

Por fortuna el ser humano, lo que desconocemos de nosotros y lo que llevamos dentro da mucho más de sí. Lo que, por cierto, no quiere decir que en esto de los enteógenos se puedan hacer las cosas de cualquier manera.

Es una pena que los profetas del miedo controlen la escena. ¿Acaso no vivimos en una sociedad de control?.

Es un auténtico enigma lo que le hombre puede dar de sí y, sin embargo, lo lejos que estamos politicamente de esas capacidades humanas...

Fata Morgana dijo...

Pues habrá que reflexionar sobre eso también, Carlos. Aunque no sé si nos servirá para mucho...

Intuyo que la máxima capacidad humana es el perdón. Es el mayor desafío, sobre todo para la razón, que siempre encuentra excusas para justificar la revancha, yo la primera :) Sin embargo, quiero creer que reflexionar sobre ello ya es un comienzo.

Fata Morgana dijo...

Ah, y el psiconalista ése... ¿se habrá quedado en la etapa del perverso polimorfo? XD

jjjajajaaj es que me parece descojonante XD

tula dijo...

si nos pilla el psicoanalista nos llena de cables como al Makoki en el frenopatico para ver que pasa por el coco en la experiencia....jajjajajja

CHINCHU-LYN dijo...

Saludos, reina-A mi la verdad no se me ocurriría opinar sobre algo que no hice nunca, pero entiendo que haya gente un poco en ese plan, e igual creo que habrá quien lo hace con toda la buena intención... y también por cagaso, para que mentir. Yo probé el ácido pero dicen que la planta es distinta, i si te digo la verdad, no es que el ácido me haya revuelto mucho tampoco. Claro que era en otra circunstancias, así como muy de pibes y para saber. Lo que también es posta es que la gente lo identifica con eso: con la experiencia de querer salir "de la realidad" que tienen los alucinógenos, hay como un mito populra, o un malentendimiento de la movida, que supongo al sistema le viene muy bien.
Lo del psiqui, tula, yo que él más que poner cables me tomaría la ayaguasca y que se estudie él.
Saludos, Hip-rab-rox

Mercedes Thepinkant dijo...

Sigo tu periplo personal con mucho interes. Gracias por tu franqueza.

FernanDoylet dijo...

Me parece peligroso que una persona con el coco bien revuelto pruebe algo como la ayahuasca, porque sus neuronas podrian cambiar de polaridad y convertirle en un zombie criminal. Despues de todo, como confiar en la reaccion de alguien que lucidamente ya esta deschavetado?

Se que es arto dificil, y que puede tardar varias vidas, pero creo que es mas saludable llegar a esos estados liberadores de la consciencia por medio de la meditacion o el dominio de los sueños; claro que asi podrian decir que es auto-sugestion o auto-hipnosis, pero igual he logrado esa visualizacion externalizada de la que escribes.

Fata Morgana dijo...

Chinchu, hay vida más allá de los alucinógenos. Y esto va para todos, claro :D Inclusive para los que afirman a pie juntillas que con la meditación se consiguen los mismos resultados. En este blog nunca se ha afirmado lo contrario, lo que sí debe quedar claro que a mí -Fata Morgana- me han ayudado MÁS los enteógenos que cualquier forma de meditación o de terapia. Y hay mucha gente que, como yo, podría afirmar lo mismo.
Sin embargo, quisiera plantear aquí un interrogante: ¿Puede afirmarse algo desde una posición teórica, sin haber experimentado los hechos? Me refiero en concreto a quienes afirman que con la meditación se puede llegar a los mismos resultados... sin haber pobado la ayawaska. ¿Qué clase de "rigor científico" tendría esa afirmación? Esa afirmación se parece más a un prejuicio, y se instala en el discurso institucional de siempre. Ahora, si hablamos desde la expriencia contrastada, se acepta sin discusiones.

Fata Morgana dijo...

Fernando, bienvenido a FM.
No sé bien a qué te refieres al decir que sería "más saludable". Eso por una parte. Luego, creo que la visualización externalizada de la que escribo no es más que una descripción. ¿Tú te fías de mi descripción? Yo sólo me fío de mi experiencia.

Fata Morgana dijo...

Mercedes, gracias por pasarte guapa :+

jcaguirre dijo...

Coincido con lo que dice Morgana de que esa afirmación de que "a lo que se llega con los enteógenos se puede llegar con la meditación" esconde un evidente prejuicio puramente ideológico... No se trata de eso. Es evidente que los enteo requieren de su contexto y que tienen sus peligros, como, por cierto, la meditación... El respeto es muy necesario. Con todo tampoco se trata de meter miedo al personal ya que tomar enteógenos en un contexto bien preparado y con los filtros y protocolos previos y adecuados no es un ruleta rusa... Yo no recomendaría tomar enteógenos a alguien con desequilibrios de importancia o para superar problemas psicológicos importantes -es decir, en un sentido puramente clínico- pero si como rito o escena de paso capaz de indicar salud y plenitud personal. Salud, evidentemente, en un sentido mucho más amplio del que maneja la psicología clínica...

La meditación trabaja discretamente en el día a día y va asentando poco a poco ofreciendo frutos a medio y largo plazo. Esos frutos antes que experiencias que se tienen son estados mucho más estables a los que se accede...

Los enteógenos anticipan frutos en tanto experiencia que se tiene y por eso facilitan y dinamizan ciertos tránsitos y ciertas donaciones de sentido... Por cierto, capaces de reorientar toda una vida... La meditación ofrece frutos maduros en la más absoluta sobriedad. Los enteogenos promueven y exegen de más. La meditación zanja y culmina... Son dos técnicas que no se pueden comparar. Precisamente por su absoluta complementariedad. La tarea del enteógeno no es consolidar y ofrecer estados sino inducir aperturas que animen ciertos procesos y ciertas intuiciones y tomas de conciencia... Estas, a pesar de su valor, deben ser deben ser integradas y cultivadas...

La finaliad de la meditación es integrar sobriamente ciertos estados sobre la base de ciertas intuiciones. Son técnicas que no se contraponen.

Tanto es así que la meditación no se propone inducir experiencias sino servirlas consolidadas en estados abrazando el día a día y la sobriedad más corriente y discreta...

Fata Morgana dijo...

Importante, importantísimo destacar, como destacas, el tema del contexto. Diría que hace el 50%de la experiencia, pero el prejuicio -no nos engañemos- basado como siempre, en el desconocimiento, hace que neófitos crean que esto de tomar ayawaska debe ser como el círculo de fumetas de toda la vida reunidos alrededor de un fuego :S

Suscribo cada una de tus palabras, sobre todo eso de que "la meditación ofrece frutos maduros en la más absoluta sobriedad". Habría que apelar, una vez más, a la compasión -o más modestamente, si se puede, a la empatia- para comprender que ciertos estados mentales (no hablamos de enfermedades graves, como puede ser una psicosis) requieren de un método rápido, radical si se quiere, capaz de modificar un proceso cognitivo. Para eso sirve la ayawaska, que en efecto, como bien dices tú, es capaz de reorientar toda una vida... de sacar afuera, en un pis pas, cosas que estaban sumergidas. Y que desde luego, las terapias tradicionales gestionadoras del orden imperante no hacen más que subirlas al nivel del ego (y esto siempre que haya suerte).
Lo otro, lo de qué es más sano o menos sano, en mi opinión es puro prejuicio, insisto, como también insistiré siempre en que el prejuicio no es ni más ni menos que una de las tantas caretas del miedo.

Meditación y ayawaska se complementan, en efecto, no se contraponen. Sin embargo, para que haya una adecuada meditación tiene que haber también un contexto adecuado, VIVIR en el contexto adecuado, por eso a veces, cuando hablan de India me da risa. Allá un meditador mendicante puede ser adorado por la multitud, aquí lo mejor que puede pasarle es que le metan en la cárcel o en un manicomio. No le tirarán arroz, le tirarán a matar. En occidente se torna más que difcíl adquirir cierta sobriedad a nivel "estructural", de ahí que a veces se hagan tan necesarios los enteógenos, que aceleran el proceso. El proceso que esa misma estructura, que se jacta de ser "el summun" a nivel de civilización, se ha encargado de hundir en lo recóndito.

Anónimo dijo...

Hola, encontré este sitio buscando sobre ayahuasca. Yo si te digo la verdad, la tomé hace 4 años + o - y la verdad fue una experiencia bastante nefasta. Me lo pasé cagando y vomitando, con perdón, las horas que duró el efecto, y poco mas que eso... fue realmente horrible. Tomé dos veces, porque la persona que me la dio me insistía en que lo hiciera, para ver si me subía, pero ni caso. Por arriba y por abajo, fue una experiencia que no le deseo ni a mi peor enemigo (que no tengo por suerte), pero... horrible. Por eso cuando me cuentan lo de las visiones yo alucino en colores (sin ayahuasca además) porque a mí no me pasó nada de eso, solo un malestar generalizado y luego, días después, sí, una gran relajación que se agradece, eso no te lo voy a negar.
pero claro, si lego hasta acá es porque busco la manera de volver a tomarla justamente, para revocar diría aquella experiencia primero que me dejó así como frío. Quiero ver si hay algo más que la planta pueda decirme, además de una mera purificación física muy desagradable.
Saludos.
Antonio
pd- a, y me ha gustado mucho esta entrada. seguiré leyendo.

Fata Morgana dijo...

Hola, Antonio, bienvenido a FM.
¿Y si yo te contara que la primera vez no me hizo ni pío? Pero ná... Me lo pasé fumando mientras veía como lo demás hacían regresiones, se retorcían debajo de una manta o vomitaban. Así como lo oyes. Y pensando, además, en todo lo que pienso. En cuánto pienso, cuando en realidad no se hace nacesario pensar tanto... NUNCA. Digan lo que digan :)
Pero sucede que a veces la ayahuasca sólo sube para limpiar el cuerpo, que al parecer es lo que te ha pasado a ti. No sé con quién la habrás tomado, pero si por "subir" entiendes tener visiones y ver lucecillas de colores... como que no. La ayahuasca es un purgante, ¿no te lo dijeron? Yo tuve un amigo por aquí que quería ver lucecillas de colores... y cuando le cayó la abuela con un palo -un palito, nada más- le entró la rabia. En mi corta experiencia, he aprendido que la aya es como la canción de los Stones, seguro que la conoces: You can't always get what you want (...) You get what you need. Vamos, que no te dá lo que quieres... sino lo que necesitas :) Y en mi opinión, a ti sí que te subió. Lo que pasa que no te subió como tú querías, que es cosa diferente.
Beso, y buen viaje en la próxima (si te animas).

Anónimo dijo...

Me animo sí, y tu blog me anima a animarme, que ya te he dicho que así llegué hasta aquí. Seguiré leyéndote, siguiéndote, y a ver para cuando la próxima toma, porque se me ha quedado la espina de tener un viaje verdadero.
Un saludo, y gracias.
Antonio