26.5.09

Bancos del tiempo

Y yo, que soy una ingenua. Que siempre me había preguntado cómo se haría para vivir sin dinero. Hasta hace unos años pensaba que era la única orate capaz de imaginar un mundo donde se realicen transacciones sin intercambio de dinero. Si te lo piensas bien, sólo dos cosas necesita el bicho humano para seguir funcionando sobre el planeta en su instancia física: comida y vivienda. Hemos sobrevivido durante miles de años sin necesidad del dinero tal como le conocemos, hasta que llegó la agricultura: si yo tengo la tierra y el fruto y tú no, pues tú me das a cambio un bien abstracto al que otorgarle algún tipo de poder equivalente al valor del fruto.
Por eso me dan risa los new-ecologic defensores de la tierra a ultranza, ya que detrás de toda esa parafernalia de “tén la tierra” para salvar el alma de la opresión capitalista y toda la mar en coche, no hay más que hipocresía. Esa gente es tan capitalista como los que cotizan en bolsa; la diferencia es que en vez de especular con un bien abstracto escrito en cifras, especulan con la tierra. Aunque a muchos no les resulte conveniente ni agradable hablar de ello, éste es un orden ficticio.
El tiempo del trueque ha llegado (¿o más bien debería decir que ha vuelto?). Y he visto que no soy la única orate empeñada en ganarle la guerra al dinero. Como tengo vivienda y de momento no paso hambre -debería quitarme unos kilitos, la verdad-, me he apuntado a una nueva modalidad virtual (y real): el banco del tiempo. Gente que tampoco cree en la transacción convencional. Llevo un tiempo en ello, y me ha soprendido comprobar que no sólo se hace innecesario el dinero, sino que además la gente se apunta al libre ofrecimiento sólo porque le apetece; harta, quizá, de las relaciones basadas en una simple transacción cargada de metal. En el banco del tiempo rige la ley de la gauchada, el principio aborígen de: yo cebo el mate, vos hacés las tortas fritas. Hay de todo, como en botica, puedes ofrecer lo que quieras, y a cambio seguro que algo te darán. La única exigencia es que la transacción no esté basada en el dinero.
Para daros un ejemplo, anteayer necesitaba un fotógrafo: hoy ya tengo 3 ofrecimientos, y uno de ellos ¡vive en Manzanares el Real! La otra está en Santa Fe, Argentina (saludos, Marita) y da la “casualidad” que llega a España a mediados de junio. Prueba evidente de que hemos puesto la moneda de cambio en la punta de la pirámide, dándole un rango que no merece: el de la comunicación y el amor.
Saludos, amigos míos, los bancos del tiempo están por todas partes. Somos capaces de proveer a otros, también de proveernos, y todo lo que se necesita es una buena cuota de voluntad y otra de buen humor. También de buen amor.

4 comentarios:

tula dijo...

quizás el problema no resida en el dinero sino en la carga, importancia, poder... que le damos.
el dinero es una parte de la vida, no la vida ..

Fata Morgana dijo...

Por eso digo que hemos puesto el dinero en la punta de la pirámide, y no en el lugar que le correponde; no es ni más ni menos que un medio, sólo uno de los tantos que hay.
Oye, que te he mandado un correo, pero ¿lo recibes?

relampagosobrelagua dijo...

Bueno veo que en este caso
se unen tu fata e hipatía
¡que primavera mamita!
y a veces no se que escribirte
pero me alegra saberte viva
un baccio negra
rsa

Fata Morgana dijo...

Y coleando, Sergei :D